Chef Enrique Garza
El arte
de la
panadería
Pasaba tiempo que no comía una hogaza de pan, esta semana justamente me di el placer de probar una pieza de centeno; ¿cómo no deleitarse con una buena porción de pan? El crujir de una corteza dorada, el aroma que tiene el pan recién hecho, una miga suave y agradable en contraste con su firme exterior, una maravilla.
La labor de un panadero es de las más nobles, antiguas y necesarias a través de la historia. Marcado como un símbolo de armonía y comunión en la última cena, presente en casi todos los hogares alrededor del mundo, apreciado por pocos y fuente energética de muchos.
El pan está elaborado a partir de granos y cereales, los más comunes de trigo. Sin embargo las piezas de pan que conocemos ahora no se inventaron de la noche a la mañana y fue un hito seguramente el haber descubierto un pequeño ingrediente que cambiaría la historia de la panificación siglos más tarde.
Hace algunos 6000 años antes de nuestra era, años más, años menos, el pueblo sumerio establecía el proceso de elaboración del pan que, junto con la cerveza serían la dieta más básica y necesaria que tendría el imperio egipcio.
No es de sorprenderse que como los grandes hallazgos y descubrimientos históricos que han marcado una pauta en la tierra, el pan también haya sido descubierto por accidente. Teniendo las bases de panadería, en algún punto de la historia egipcia se dejó reposar una masa que con levaduras del ambiente, creció y al siguiente día el horneado era casi perfecto, menos peso y mayor suavidad, voilá habemus pan!
Con la llegada del pueblo romano, el consumo de pan se extendía a toda la civilización conocida en aquellos días; la necesidad de un alimento rico en calorías para el pueblo hacía del panadero un oficio necesario y bien respetado.
Un buen pan se distingue por su aroma, por su textura, por su peso y armonía con los demás alimentos. Lo comen en todo lugar, a toda hora y pueden ser acompañamientos como tapas, tortas, canapés, en cremas entre otras siento las posibilidades casi tan infinitas como la imaginación nos permita llegar.
Aquella hogaza de pan dejó la faz de la tierra ese mismo día, digno de cualquier mesa y que seguro volveré a degustar. Al pan pan y al vino vino, una buena copa de Chardonnay de Borgoña con un canapé de salmón ahumado y sin duda seré feliz. Los dejo como siempre con los mejores deseos y antojos culinarios de la semana.
Bonne dégustation!